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pero al segundo cuarto sólo podía entrar el sumo sacerdote. Para entrar allí, debía llevar sangre para ofrecerla por sus propios pecados y por los que el pueblo cometía sin darse cuenta de que estaba pecando. El Espíritu Santo quiere darnos una enseñanza utilizando estos dos cuartos separados. Lo que nos enseña es que mientras exista el primer cuarto, el camino al Lugar Santísimo no está abierto. Todo esto es ahora un ejemplo para nosotros que demuestra que las ofrendas y los sacrificios no eran capaces de purificar la conciencia de los que adoraban de esa manera.

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